SOLDADOS PARA CRISTO
Mi nombre es CATTERINE y tengo 17 años. Jamás imaginé que mi vida diera un vuelco de 360 grados. Nací en Colombia en una hermosa ciudad llamada Bogotá, rodeada de muchísima gente: mi familia, mis amigos y sobre todo esta alma de poeta, de artista, un alma que le encanta reír, un alma inquieta por el arte de vivir la vida como todos los jóvenes. Llevo una vida llena de emociones, sentimientos, sueños, amor. Sin embargo, aquí estoy rodeada por mi familia que siempre ha sido el motor de todo aquello que mueve mi vida.
Pero sin embargo, aun contando con todo aquello que una joven como yo desearía, aún había un vacío en mi mente y corazón, un hueco de esos que no se llenaba, una ausencia incapaz de ser ocupada por algo que me ofreciera el mundo. Tendría que ser algo que trascendiera mi vida y todo lo que conocía, algo que me animara a vivir, algo por lo que valiera la pena vivir y dar la vida. Tendría que ser algo que me apasionara, que me hiciera vibrar el alma, que fuera más que mi vida misma, que se convirtiera en mi vida. Entonces, un día lo recuerdo bien, fue un 20 de enero, cuando en mi búsqueda incesante, cuando el mundo ya no me era suficiente, la soledad me agobiaba y mi mundo parecía caerse. Fue ese mismo día en el que realmente empecé a vivir, en el que aquello que buscaba fue hallado… fue el… si el mismo que estuvo aquí hace más de 2000 años. Aquél que sanó, el mismo del que todos hablan, aquél que perdonó y caminó sobre las aguas. Ese mismo que se inmoló en una cruz como cordero por ti y por mí. Aquél que dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28,20).
Desde aquel día, todo cambió, todo aquello que conocía como verdadero ya era pasajero, me había encontrado con el eterno, con quien siempre había estado, sólo que necesitaba ser hallado por mí. Hoy, después de hace varios años ya de conocerle y como le dije aquella primera vez: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”, sigo aquí firme en este camino, llena de su más sublime presencia en mi vida, que aunque atribulada como todos, sigo con la certeza de no ser jamás vencida.
Sus pensamientos, su vida, su servicio y su amor, aquél que lo motivó a llegar hasta la cruz, como Juan, su discípulo más joven, quien fue capaz de llegar a la cruz por amor y quien me hace pensar que el corazón de un joven es fiel, que cuando se encuentra personalmente con Jesús es capaz de llegar hasta allí. Muchas cosas han cambiado en mi vida desde aquel entonces: mi pensamiento, mis sentimientos y mis sueños. Ahora vivo en pos de aquéllos que no le conocen, a quienes les hace falta ese amor que por su gracia pruebo día a día. Ahora ayudo a jóvenes de diferentes lugares de mi país y de donde vivo, para que ellos al igual que yo puedan vivir de esta manera como SOLDADOS DE CRISTO, a dar la vida por quien la entregó. Ahora soy una joven visionaria, con ideas transparentes y transformadoras. El Papa Juan Pablo II en una de las JORNADAS MUNDIALES DE LA JUVENTUD (JMJ ) decía: "Todos somos capaces de hacer grandes cosas, sólo si negamos el miedo a nuestras debilidades". Estas ideas transformadoras, como el amor mismo, son las que han llevado a grandes hombres de fe, no a cambiar el mundo, sino a cambiar corazones.
Es por eso que miles de jóvenes alrededor del mundo a quienes les mueve este sentir, les hace recobrar el sentido de nuestra vida. Este mismo lenguaje que nos une, sin importar raza, nación y culturas. Sólo un mismo amor, que es capaz de abrazar a toda la humanidad. Ese amar que es revelado a nosotros, estará unido en un solo lugar, como una voz que clama en el desierto, como un grito de esperanza en la oscuridad, como soldados dispuestos a dar su batalla en el campo, como aquéllos que aun creen en un mundo mejor, en un mundo donde Dios existe en los corazones de miles de millones de jóvenes… Nos reuniremos en Madrid en la JMJ del 16 al 21 de agosto en un festival de arte, música, visitas, obras de teatro, testimonio y vidas llenas de este fuego cuyo único adjetivo es extender el reino, estaremos en torno al Vicario de Cristo, nuestro Papa Benedicto XVI.
Nuestra llamada como soldados es hacer santos y hablar de nuestra santidad a todo el mundo, a toda nación. Es nuestro deber estar atentos para el encuentro con el Señor. Pero no sabemos ni el día ni la hora. Por eso como Iglesia y como humanidad, debemos estar preparados para la última llamada. Hoy es tiempo de luchar por un mundo más justo, por un mundo capaz de decirle sí a Dios…Y ésta es nuestra única motivación, por lo cual celebraremos en una fiesta con millones de invitados jóvenes, que como yo, se encontraron cara a cara con el Señor. Ahora están dispuestos a dar su vida y proclamar su nombre por todo reino y nación, cargando la cruz como certeza de que Él ya ha vencido y decirle al mundo: “Él esta vivo y resucitado”.
sábado, 22 de enero de 2011
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2 comentarios:
Ya va quedando poco. En Madrid nos veremos todos.
Un abrazo hermana Alicia.
Sí la próxima es en Madrid. Un fuerte abrazo
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