En mi mente hay incertidumbre, Roma es un nuevo lugar, el italiano es un nuevo idioma, mas siento siempre el amor de Jesús por mí. Si yo estoy con Él, en cualquier lugar en que me halle me encontraré en mi casa. Un país o el otro, una casa u otra, pero por encima de todo, ésta es mi congregación. La congregación en que Dios me ha llamado, Las Hijas de San Pablo, es parecida a los rayos del sol, que se irradian en todas partes.
Por eso yo me siento a gusto en cada lugar del mundo. La misión y su fuerza me invitan cada día a mirar hacia mi futuro, con felicidad. Nunca he estado tan feliz y contenta en mi vida. Mirando el sendero que hasta ahora yo he recorrido, recuerdo las dificultades que he debido superar, pero si contemplo el misterio del camino del Calvario, me siento fortalecida. Jesús ha sufrido mucho antes de mí y por mí. En este viaje, yo no puedo dejar de agradecer a Dios por todas mis experiencias, amargas y bonitas; y los momentos que yo he sentido el gozo de la Verónica, cuando ha enjugado el rostro de Jesús y lo ha encontrado reflejado en su lienzo. ¿Qué he hecho yo en mi vida? Un día, felizmente, he cerrado mis ojos, y le he dado todo lo que tengo, para caer en sus santísimas manos.Empiezo mi camino para aprender a amar a Jesús más y más. Podéis escribirme aquí: anne_nikkiramos@yahoo.com. Os informaré de las novedades de mi vida. (Escrito por Anne Nikki Ramos, 22 años, que entra cómo postulante en la Congregación de las Hijas de San Pablo.)

