Estamos en el umbral de Navidad, la solemnidad en que recordamos el nacimiento del Señor Jesús y lo contemplamos presente.
El acontecimiento prodigioso que recuerda el hecho histórico de la venida de Dios en la tierra: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegara a ser Dios”, dice san León Magno e invita al cristiano a reconocer la propia dignidad porque, con la encarnación de Dios, toda la humanidad participa de la naturaleza divina.
El acontecimiento prodigioso que recuerda el hecho histórico de la venida de Dios en la tierra: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre llegara a ser Dios”, dice san León Magno e invita al cristiano a reconocer la propia dignidad porque, con la encarnación de Dios, toda la humanidad participa de la naturaleza divina.
En el nacimiento de Jesús, la colaboración de la Virgen María es determinante. La contemplamos en una delicada escena del gran poeta español Miguel de Unamuno.
Estaba la Virgen María meciendo el pesebre en Belén, brizándole a Dios que dormía, estribillo del brizo era amén.
Soñaban el buey y el borrico, soñaban con la creación, y Dios, ¡ay qué niño tan rico!, dormía sin ensoñación.
El alba del tiempo apuntaba, vestía a los sueños de luz, soñaba la Virgen María, cantaba soñando la cruz. Amén.